2 de junio de 2008

Indi, again


Aún rondaba por mi cabeza la imagen iconográfica de mi amado Indiana Jones y su látigo cuando tuve la necesidad ayer tarde de ir al médico de cabecera a tratarme una cefalea que ya me duraba dos días. (No hagan asociación de ideas, please; fue casualidad).

Tengo por costumbre acudir a consulta de una médica que está a favor de la automedicación: tras la exposición de mis males, siempre me pregunta qué quiero tomar. Como en un VIP's.
Desafortunadamente estaba de baja. Al parecer enfermó por tratarse erróneamente un dolor de estómago.


Algo sospeché cuando, al pasar a la consulta, noté la ausencia del libro de Zafón que mi médica llevaba meses leyendo a pesar de mis intentos por que lo abandonara en el contenedor de reciclaje más cercano. En su lugar aparecía una novelita de Landero; en vez del bolso de espuelas, una mochila de cuero gastado y una chaqueta del mismo material revestía el asiento. Ahora sólo quedaba confirmar mis impresiones con la visión de un sombrero y un látigo que estaba segura de encontrar.

Llevaba diez minutos de espera cuando un "lamento haberla hecho esperar" interrumpió mi análisis visual. Un señor de mediana edad, canoso y de aspecto desaliñado se coló por la puerta y ocupó el asiento de la médica que ya había dejado de ser "mi preferida". Una pulsera de cuero adornaba su muñeca izquierda. Recompuse mi figura en el asiento y, no sin dificultad, expliqué el motivo de mi visita.

Él, (así, con mayúscula; sobre todo por ser principio de oración) sólo necesitó dos preguntas y determinó que padecía de cefalea tensional. Desplegó todo un atlas de conocimiento del estrés y elaboró con elocuencia un relato sobre sus alrededores: ansiedad, trabajo, niños, alumnos adolescentes... Me extendió una prescripción para un análisis de sangre acompañado de un "vuelva cuando tenga los resultados".

A la vuelta a casa, mi chico me preguntó por el diagnóstico. Ahí fue cuando se me borró la sonrisa tonta que me acompañó todo el trayecto a casa. No me había recetado nada.

Conclusión de mi chico, siempre tan realista y práctico: "Vas al médico, te hace esperar, no te examina, te cobra 60 euros y vienes sin tratamiento y con el mismo dolor de cabeza. Está bien".

No tenía el cuerpo para responderle con argumentos convincentes. Hoy leerá el post y seguro que reconsiderará su opinión sobre mi Indi particular.

¿Alguién me puede aconsejar algo? ¿Ibuprofeno? ¿Acido acetil salicílico?

10 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Ibuprofeno, sin duda. Y masaje en la espalda.

Y para que ese doctor espabile y aprenda para la próxima vez, que le haga una visita tu chico con sombrero y látigo y le dé su merecido como si se tratara del médico personal del mismísimo Fürher :-)

Uno dijo...

Desde Cataluña sólo se puede aconsejar una cosa "Gelocatas". A mi me va bien en general para todo tipo de dolencias leves.

¿Tu nuevo médico era tal o un comercial de esos que sólo venden humo?

También puede ser que él se haya quedado prendado de ti y se le haya olvidado recetarte algo... o, lo mismo, lo ha hecho para que vuelvas y te pueda ver de nuevo (cobrando otros 60 eurillos).

Ponte buenota pronto.

Anónimo dijo...

Comparto tu idolatria por Indiana Jones aunque ya me pilla mayor. Yo volveria de nuevo a la consulta a buscar el latigo el sombrero y la receta. Saludos desde el norte.

Breuil dijo...

Eduardo, el ibuprofeno 600 funcionó y he mejorado justo a tiempo para disfrutar de una cervecita acompañada de otro de mis amores platónicos, Dr House. :)

Uno, sospecho que el médico era médico con ganas de charlar; y yo con ganas de disfrutar de la visión tampoco quise interrumpir mucho. :)

Mari, preciosa, nos pilla mayor a las dos... estoy segura de que ya has ido a verle varias veces al cine, (aunque esta última peli tiene más elementos de serie B que las otras); pero Indi es Indi, ¿verdad?.
Un besazo.

Más claro, agua dijo...

¡Dr. House! ¡Ese sí que es un médico de verdad! ¡Y qué bendita maravilla el doble capítulo final de ayer! Todavía estoy flipando ;-)

Luis Amézaga dijo...

Mi receta es un poco menos de sado con látigo.

Landahlauts dijo...

Yo, para esto, soy muy clásico: acido acetilsalicílico. Y no cualquiera, el de BAYER, que para eso lo inventaron. Y me va de miedo. No pruebes con brebajes novedosos y extraños de ibuprofenos ni paracetamoles... que experimenten en otros.

¿Alguien dijo Dr. House?
Me tragué el último capítulo por duplicado: primero en FOX y luego en CUATRO. Estoy muy preocupado por él...

bornne dijo...

Buenas Breuil.
Te agradezco tu comentario en mi blog. He pasado a conocerte y, ¡vaya!, qué sorpresa más grata el que por aquí encuentre a otros conocidos.

Chica, yo, que también suelo padecer de dolores en la azotea, te aconsejaría lo que ya te han dicho, pero, en este caso, igual le sumaría una duchita de agua fría. Dicen que el frío tiene efectos analgésicos y antiinflamatorios, a parte de bajar la temperatura corporal.

Saludos.

Breuil dijo...

Más claro, ya me habían avisado de la excelencia de estos dos capítulos y estaba a la expectativa. No defraudó. :)

Agradezco su comentario, Sr. Amézaga, pero mejoré sin necesidad de reducir mi actividad. :)

Landahlauts, mi elección fue ibuprofeno y cama. Pero apunto el consejo para la próxima vez. ;)

Bornne, gracias por pasarte por aquí y molestarte en escribir unas palabras.

bornne dijo...

Lo mismo digo.

(Acabo de oír que va bien tomarse agua con limón. ¿?)