Quizá algunos de ustedes hayan disfrutado de las bondades de esos establecimientos que ofertan ocio y salud en un mismo paquete, llámese balneario o spá. No es mi caso. Los lugares tranquilos que invitan al sosiego me producen estrés. Pero he encontrado un lugar que, conjuga mi psicología inversa con los beneficios del agua y mi afición por la historia.
Ayer tarde visitamos los baños de La Hedionda, en Casares. Son de origen romano y la leyenda que da lugar a su creación nombra al mismo Julio César. Al parecer, las legiones romanas que iban a enfrentarse a las tropas de Pompeyo acamparon por el lugar y probaron de los efectos curativos de sus aguas. Fue el mismo emperador el que mandó construir los baños de los que hoy disfrutamos. En excavaciones de los años 90, se descubrieron y estudiaron con más detenimiento la ampliación acometida por los árabes tanto del recinto como de las nuevas canalizaciones, posiblemente realizadas debido a un cambio en el caudal del arroyo de aguas sulfurosas de las que se surte la fuente.
La "oferta" de este spa-histórico no se limita al baño en las aguas sulfurosas. Foma parte del ritual de la visita, embadurnarse de la arcilla que puede obtener en el río y dejarla secar hasta que se cuartee. Con posterioridad, otro baño desprenderá el lodo de la piel.