25 de mayo de 2008

"Valero y sus huevos"

Hay personas con un afan de superación increíble, un sentido del esfuerzo titánico, incapaces de defraudarse, no sólo a sí mismas, sino a la especie a la que representan. En la proyección de esos méritos, el ser humano se ve capaz de subir cumbres de más de 8ooo metros de altura, cruzar el Polo Norte o enfrentarse a lo inconmensurable del espacio.

Un ejemplo de este sacrificio, lo tenemos en Valero. Una "persona humana", hasta ahora anónima, sin ningún afán de protagonismo y que, en un esfuerzo de crecimiento individual y desarrollo personal fue capaz de la hazaña que les voy a relatar.

Un domingo Valero se levantó en el momento en que sus compañeros de expedición ya habían preparado todo para la marcha. Lo primero que hizo, fue observar el cielo; sin duda, él tenía la última palabra sobre la idoneidad de realizar la expedición ese día. Su decisión de adelantarse hasta el punto de encuentro con los otros expedicionarios (un área recreativa) fue tomada con alegría por parte del grupo, incluída su mujer, que algo alertada le comunicó que la tortilla aún estaba cruda y que faltaba hielo con la que surtir la nevera de plástico azul llena de tinto y cerveza. Estos inconvenientes fueron solventados con premura por el genial Valero.

Llegados al punto de encuentro y mientras las mujeres se afanaban en crear un saloncito en plena naturaleza, Valero pedía un tinto fresquito para aplacar el calor de la barbacoa.

Aún desconocemos el motivo casual que le llevó a la consecución de su hazaña, quizá la urgencia de evacuar residuos; pero el caso es que logró recorrer los 500 metros que distaban desde el pié del árbol donde dormía la siesta hasta un pequeño roquedal que asomaba detrás de los alcornoques.

Allí, mientras realizaba el acto humano más democrático y que a todos iguala, se percató en la existencia de un pequeño abrigo. Un sitio estratégico donde dejar constancia de su presencia. Tras una gloriosa reflexión, fruto de la pereza mental que le caracterizaba, dejó escrito lo siguiente sobre unas pinturas rupestres de más de 5000 años:


Pues eso, Valero, olé tus "güevos"; así, con "g" de bravura, incultura y testosterona.

7 comentarios:

Uno dijo...

El 30 de Octubre harán 11 años de la proeza de Valero... y parece que fue ayer.

Curiosa paradoja donde una especie inferior deja su huella (de rotulador) sobre la remota impronta anterior especie de sus ancestros.

Necesitamos un Darwin moderno que nos hable sobre "El final de las especies" y la teoría de la "Deselección artificial".

Ojalá, le sentase mal la tortilla a Valero... por salmonela en sus "güevos".

Saludos

Oclito dijo...

Valiente inutil. El hombre se quedaria agusto.
Estoy contigo Uno, se tendria que haber atragantao con la tortilla.
Bueno, un saludo y felicidades a la creadora del blog ;)

Más claro, agua dijo...

"Balero" (con b), en Uruguay, es sinónimo de persona muy inteligente. La pintada me hace pensar que el tal Valero es uruguayo y analfabeto ;-)

Breuil dijo...

Uno, lo peor de todo esto, es que hay cientos de "Valero" con un rotulador o una lata de pintura dispuestos a inmortalizar su acto.

Oclito, creo que este no se atraganta ni con un bocadillo de "telera".

Más claro, buenas dotes de deducción. Analfabeto sin duda, pero con respecto a su localización, voto por uno de estos "indígenas" de la zona. :P
Saludos

Landahlauts dijo...

Los "güevos" le cortaba yo... menudo imbécil.

Saludos.

Luis Amézaga dijo...

Y tuvo a bien poner la fecha de su hazaña, para que conste en la Historia. Menos mal que al menos no ha abierto un blog para explicarse :)

Breuil dijo...

No, Sr.Landahlauts, cortar no...ya que va corto de entendederas este Valero. :)

Sr. Amézaga, ya me gustaría escuchar las argumentaciones de este individuo, pero dudo que sepa hacerse entender. :)