29 de noviembre de 2008

Espacios protegidos

En Facebook me he apuntao sin pensármelo a "Playas Limpias", un grupo con una finalidad más que loable. Apoyo firmemente su reivindicación de mantener ese lugar libre de suciedad. No hay más que ver lo abandonadas que están, llenas de arena de punta a cabo...

Pero si hay un paisaje que también merece protección y un grupo en feisbu (como mínimo) es la tasca. Esas tabernas con solera que adornan el casco antiguo de algunas ciudades. Y no me refiero a las modernizadas, aquellas que han traicionado su espíritu primitivo y se han reconvertido en bares de copas; sino a las que aún siguen oliendo a vinagre y que tienen en el mostradó la cuenta del último parroquiano que se aventuró por allí. Aquellas que, por incapacidad de sus dueños de adaptarse a los tiempos o fidelidad a una tradición, siguen exhibiendo una perdiz disecada en lo alto de un barril.

En mi ciudad natal, se las llama baches y antiguamente despachaban vino a granel. Era difícil ver una mujer por allá a no ser que fuera a llenar la botella de fino para el almuerzo de su marío. El número de mujeres era inversamente proporcional al de los bichos que campaban por sus suelos y estanterías.

Me estrené en el placer de hacer uso de estos locales ya de mayor, cuando me mudé de ciudad para trabajar. No entré por añoranza de ser lugar común de mi infancia, de la que no tengo añoranzas, sino por la emoción de cubrir una curiosidad que había tardado veinte años en desvelarse.


En esos momentos no era novedad la entrada de mujeres para compartir barra con desconocidos, pero lo celebré como si de un acto de iniciación se tratara. Hay experiencias a las que una no se puede resistir. Entré con la seguridad que da lo conocido, dejando a un lado el abrigo de joven formal que llevaba. Disfruté desde el vino dulce servido en copa sospechosamente opaca hasta la compañía inconveniente de sus clientes asiduos. Ya saben, en estos sitios, se reparten por doquier dichos ingeniosos a los ausentes e insolentes a los presentes.

En una de esas, mientras atiendo a la conversación de mi acompañante noto el roce de algo delicadamente asqueroso que corría por la barra. Una cuca. ¡Arggg! (Estos bichos logran aquello que mi madre siempre ha perseguido en mi y nunca consiguió: una supresión de mi pensamiento y mi voluntad).
Me limito a dejar que las circunstancias sigan su curso. Al fin y al cabo, yo era una neófita y desconocía el protocolo que ha de seguirse en estos casos en los que parte de la fauna se salta el cordón de seguridad. Y así fue. El dueño de la tasca, con un certero manotazo y ayudado con el paño con el que secaba los vasos mandó al animal al más p’allá. Luego prosiguió afanoso su labor de limpieza… ¡con el mismo trapo!

¿Entienden ahora cuando les digo que son espacios en peligro de extinción?

Bueno, ¿qué? ¿hacen unos vinitos?

23 de noviembre de 2008

Cuestión de gusto

Esta tarde mientras paseaba al perro se me ha acercado un vecino, sonrisa en ristre, con ganas de charlar. Todo muy extraño. Yo soy de natural tímida y no dada a amistades insustanciales; a esto súmenle mi desinterés por conversaciones sobre lugares comunes. Intercambio con él unas frases triviales y me alejo. Este ha sido mi regalito de navidad para él.

Sí, lo sé, esta actitud no me ayuda para ganar la corona de Miss Simpatía de la urbanización, pero tampoco me hará perder un tiempo del que no dispongo, bla, bla, bla...


Más adelante, otro vecinito. El del 164. Esta vez me espera sonriente para cruzar el paso de peatones ignorando los tirones de su perro que no quiere cambiarse de acera. Me invade el espíritu pre-navideño y presa de paciencia jacobea le escucho amablemente mientras intento acordarme de dónde he puesto las pinzas de depilar.
¿Qué he hecho yo para merecer esto, dios mío de mi alma? Hasta mi perro, tan acostumbrado a que paseemos sólos, se extraña de tanta compañía gratuíta y se gira de vez en cuando a mirarme con ojos interrogativos. Sí, Chencho, yo tampoco entiendo nada - le susurro-.

Cuando introduzco la llave de mi cancela, otro vecino, el del 167, me saluda con la mano mientras me guiña en lo que yo interpreto como un exceso de obsequiosidad por su parte. NO le devuelvo la sonrisa, y no me piensen mal, mi perro y yo estabamos congelados de frío y con ganas de entrar en casa. Rezo para que en los pocos metros que me separan de la puerta de la casa no me salga otro vecino de una maceta.

Ya, calientita en casa, andaba reflexionando sobre la infinita estupidez humana cuando llega mi chico y me cuenta la siguiente conversación que tuvo con nuestra hija esa misma tarde:

- Mencía, qué pantalones más bonitos.
- Me los compró mami.
-Mamá tiene buen gusto.

Al parecer, al salir de casa ha ido diciendo a todo vecino (e hijo de vecino) que su madre tiene buen "busto".

Esto no es justo. Ahora una tiene que estar a la altura de las expectativas generadas por la inocente dicción de un mico de lengua de trapo... y cuando no se puede, no se puede.
:P

15 de noviembre de 2008

Geveinte


¡Qué tranquila me he quedao! Ver a nuestros gentiles hombres reunidos poniendo su granito de ingenio para salvar el mundo... financiero. Han tenido cada uno 8 minutos para proponer medidas para refundar el sistema económico. No querían demorarse mucho que las codornices de la cena se enfriaban.

Las propuestas resultantes del ágape van encaminadas a refundar el sistema de financianción, basado en un control de mercados. Abogan por la trasparencia, regulación estatal y una mayor integridad ética. Personalmente les diré que nunca me había caído bien el director de mi banco.

Unos abogan por la desaparición del liberalismo económico, otros por un socialismo mercantilista, lo más avispados, por un capitalismo que socialice las pérdidas y las deudas. Si es por -ismos, propongo borrón y cuenta vieja: una vuelta al feudalismo. El vasallaje ya lo pagamos sufriendo contratos-basura y permitiendo rescates a la banca privada con dinero público.

Para restaurar el crecimiento económico mundial (del primer mundo, claro) han puesto de plazo el día 31 de marzo. La misma fecha que me he propuesto para perder esos kilos que me sobran. Sinceramente, espero que tengan más éxito que yo.

8 de noviembre de 2008

Capitalismo sostenible


Los sucesores fiancieros de aquellos malogrados brokers y hombres de negocios de la Gran Depresión del 29, presursores del puenting, guardan cola pacientemente esperando un rescate financiado con el antes denostado dinero público.

Jugar al monopoli no va a ser lo mismo a partir de hoy. Han cambiado la casilla de la cárcel por la ventanilla de "subvenciones y cobros varios" del ministerio correspondiente. Es duro de pedí, pero más triste es de quebrá.

Beber para creer.