29 de octubre de 2008

Princesa

Hoy, como todos los días, he llevado a mi hija a la guardería. La música de “Tito”, personaje de su libro de texto, sonando en el coche y un mami, no quero ir a la school intercalado entre las estrofas infantiles. Todo ha ido bien. El pis ritual antes de entrar en la clase para retrasar la marcha de mamá, un empujoncito y pa’ dentro, a estudiá. ¡Como me repitas el curso en la guarde...!

A la vuelta venía pensando en que ha pasado muuuucho tiempo desde mi última clase de pilates. Hace un frío que amodorra, un frío que invita a colgar el cartel de “Cerrado por pereza”. La clase de hoy está en peligro. Enciendo la radio pero oigo sin escuchar.... algo sobre Obama (el negro, digooo... el bueno); que si su novio lo ha querido secuestrar, pero que Falete no sabía nada y que han pospuesto las elecciones, o su boda, no sé...

Entre tanta noticia importante, un privilegio a esas horas de la mañana: una vieja canción cantada con voz distinta. Miguel Ríos y la “Princesa” de Sabina.


...Con tu sucia camisa y, en lugar de sonrisa,una especie de mueca...

Hago un esfuerzo por contener la gran tumultuosidad de sentimientos que evoca la canción. Sabina es uno de mis poetas favoritos. El que mejor invita a disfrutar de placeres deshonestos. Nadie como él ha sabido cantar y fabular tan dignamente sobre la vida de un cualquiera. (Bueno, hay alguien más. Pero de Montero González les hablo otro día).

... Cuando eras la princesa de la boca de fresa, cuando tenías aún esa forma de hacerme daño....

Miguel Ríos es más un recuerdo adquirido por admiración a una persona de mi infancia y adolescencia. La voz de Miguel Ríos le da otro aire a la letra, quizá más optimista. No parece cantada desde lo más profundo de un hígado pero aún así, no creo que defraude las expectativas de nadie. Se podrán imaginar que este cóctel despierta a cualquiera de aquellos a los que nos cuesta arrancar en frío.

...Ya no te tengo miedo nena, pero no puedo seguirte en tu viaje. Cúantas veces hubiera dado la vida entera porque tú me pidieras llevarte el equipaje...


Para poder disfrutar de la canción, he dado una vuelta más en coche, a la vez que mis recuerdos también salían a pasear por mi memoria. Comprenderán con qué renovadas energías encaro el nuevo día. Hoy no se me resiste nada ni nadie. Prepárate Pilates que voy p’allá...

La belleza es un estado de ánimo... y hoy os veo guapísimos a todos. :)

21 de octubre de 2008

El Feisbu ese


No tengo tiempo. Todosemejunta: las clases, la niña, la casa, el pilates, el perro, el jardinero... Mi vida se ha convertido en una sucesión de momentos rutinarios estrictamente ordenados en una secuencia lógica de tiempo. A veces me siento un autómata con agenda. Ando tan escasa de tiempo que no me doy cuenta de cuando me sobra. En el fondo pienso que es un problema de ineficacia en la gestión del tiempo. No sé decir no y acumulo cosas pendientes en una lista que en ocasiones pierdo.

Viéndome en estas, he hecho lo que cualquier persona sensata haría. Ahora entiendo a aquellos que, estando ahogadas de deudas se embarcan en otro préstamo. Personalmente, no tengo más deudas que con el tiempo y he decidido involucararme en otra tarea: me he apuntao al facebook. Sí. La Breuil ya está en feisbu. No sé ni pa qué sirve ni qué hacer por allí, pero he descubierto una dimensión nueva en esto de la internete. Y digo dimensión en el sentido más inquietante. Ahora verán.

Nuestra vida cotidiana es bombardeada por coincidencias más o menos significativas que interpretamos al olor de nuestra subjetividad y que, en ocasiones, pasan a formar parte de nuestra memoria como elemento biográfico. La casualidad será más apreciada cuanto menor sea la probabilidad de que suceda. Pues bien, en el feisbu la casualidad es norma. Y eso indigesta.

Ahí se verá enredado en una combinación de circunstancias y concurrencias que le harán toparse de nuevo con ese amigo pesado al que afortunadamente perdió de vista cuando se mudó de población, o a ese familiar que intenta evitar cada año en navidad, o a ese tímido amigo de la facultad que le invitó a cenar y lleva trece años esperando una respuesta... Todos están allí aguardando su llegada. Lo más parecido al mundo de la ultratumba pero con vivos. El más p'allá de la interné.

Si tiene guardado su pasado en una caja fuerte o algún que otro cadáver en el armario, no cometa el error de abrirse una cuenta en el feisbú. Le encontrarán.

5 de octubre de 2008

Estimado Sr. Jimenez:


Sin acritud, Sr. Jimenez, pero me cae usted bien. De verdad. No sé si es ese aire de tímido o su impudor adolescente pero me resulta simpático y entrañable. Es cierto que sus reportajes desajustan mi lógica y en ocasiones me deja con una presunción de culpabilidad por haber coqueteado con el otro lado de la ciencia. Pero ya tiene usted bastante trabajo con el hecho de hacer creíble sus historias, verosímil su personaje o realizar reciclaje de la materia científica a materia paranormal. Su esfuerzo, créame, lo valoro. El quid está en el espectador. Si este se deja seducir con su propuesta, disfrutará con su programa. Si no es así, se encontrará ante situaciones de una comicidad regocijante no pretendidas por usted, claro.

El último domingo, me fui a la cama presa de inquietantes pensamientos. En el programa dedicado a la Isla de Pascua me impactó especialmente el testimonio de un antropólogo (que sólo dios sabe de dónde los saca usted) relatando algunas historias de apariciones en el contexto de yacimientos arqueológicos. Narró la anécdota de un espectro de la isla que, al ser molestado en su descanso eterno a ritmo de pico y pala, se materializó ante un arqueólogo al que le provocó un estado de culpablidad y locura tal que lo vieron cruzar desnudo el campamento dando grandes voces. A la mañana siguiente encontraron los restos desenterrados en la excavación totalmente destruidos y ni rastro del nudista.

Qué quieres que te diga, Iker, y permíteme que te tutee. Desde el pasado domingo ya no vivo en paz. Esto ha perturbado angustiosamente mi ánimo. No hallo nada que alivie mi congoja. En ocasiones me sorprendo a mi misma mirando de reojo sobre mi hombro a ver si tengo a alguien detrás, pero no, sólo es mi pelo.

Creo recordar que en la última excavación donde participé fueron aproximadamente ciento y un difuntos del Calcolítico desenterrados. Esto es mucha gente para presentarse en mi casa y sin avisar. Y, ¿qué comen?, ¿cómo les obsequio?, ¿qué idioma hablan?, ¿se quedan mucho tiempo? Si yo duermo en camisón, ¿es necesario que me hagan salir de mi casa desnúa? Por otra parte y lo más importante: no me despertarán a la niña ¿no?

Espero que comprenda mi ansiedad y me sepa responder con prontitud.

Atentamente suya, Breuil.